La homofobia internacional tiene nefastas consecuencias

La homofobia internacional tiene nefastas consecuencias: Escuelas en las que se enseña que la homosexualidad no está aceptada por la mayor parte de la población, terapias que pretenden “curarla”, países en los que se castiga con la pena de muerte y crímenes de odio en campos de refugiados de todo el mundo.

Se trata de un conjunto de evidencias que son parte de la desoladora radiografía mundial que retrata los derechos y las injusticias que vive la comunidad LGTBI y que fue publicada ayer en el informe Homofobia Estado por la Asociación Internacional de Gais, Lesbianas, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (ILGA). Una muestra de que a pesar de los avances logrados, la homofobia sigue escondida en las entrañas de la sociedad.

A pesar de que dejó de considerarse una patología décadas atrás, aún ahora familiares y amigos de personas LGTBI les obligan a someterse a “tratamientos”. “Hoy estás fatídicas prácticas solo están específicamente prohibidas en Brasil, Malta y Ecuador. Es increíble”, lamenta a PlayGround el coautor del estudio e investigador de temas sociales, Aengus Carrol.

El caso de Yu Hu, un hombre de 32 años de la ciudad de Zhumadian (China), refleja claramente la magnitud del drama. Yu Hu fue secuestrado el año pasado por su familia para encerrarle en el hospital psiquiátrico en el que le sometieron a lo que los médicos llaman “terapia de corrección de la sexualidad”.

La estancia que su familia pensaba que significaría su salvación, no fue más que una tortura. Vivió a base de drogas, abusos físicos y verbales y siendo retenido en contra de su voluntad, según informó South China Morning Post. Un ejemplo de las atrocidades que llevan a las víctimas que las sufren a salir de los centros interiormente devastadas. “Al terminar la terapia la gente se siente muy frustrada y sin apenas autoestima. Muchos de los que sobreviven acaban suicidándose”, lamenta Carrol.

La comunidad LGTBI está lejos de sentirse libre en cualquier rincón del mundo. Aún hay 71 países en los que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo están prohibidas y en 12 de ellos, de los cuales ocho son Estados miembro de la ONU, puede castigarse con la muerte.

En Arabia Saudí, Irán, Yemen, Sudán, parte de Somalia y 12 estados de Nigeria el Estado es el verdugo. En Catar, Mauritania, Pakistán y en Emiratos Árabes no se han producido penas de muerte en los últimos años pero se mantiene la posibilidad de imponerlas, y en el caso de Irak y Siria, el asesinato lo perpetran grupos terroristas como ISIS.

Esta realidad ha llevado a un incontable número de personas homosexuales gays a solicitar asilo en otros países para salvar sus vidas. Pero aunque se vayan a miles de kilómetros de casa, no siempre tienen garantías de estar a salvo.

“Al terminar estas terapias la gente se siente muy frustrada y sin apenas autoestima. Muchos de los que sobreviven acaban suicidándose”. En campos de refugiados de todo el mundo, las personas LGTBI siguen tropezándose con los mismos maltratos por parte de compatriotas que no reconocen que sus derechos son iguales a los de los demás.

Human Rights Watch (HRW) alertó recientemente que Ceuta (España) se ha convertido en un enclave de discriminación para los solicitantes de asilo pertenecientes a la comundiad. “A veces son los lugares más peligrosos para ellos. Conocemos horribles historias sobre palizas o detenciones, y casos extremos que han acabado en muerte”, señala Carrol.

Hay otros países en los que a pesar de que la homosexualidad no es un delito, no está permitido hablar de ella públicamente o transmitir determinados valores a los niños. Un ejemplo idóneo es Estados Unidos, donde en algunos de sus estados hay niños que, de algún modo, aprenden en las escuelas que es preferible no ser homosexual.

Como consta en el informe de ILGA, en Alabama y Texas se enseña que “la homosexualidad no es un estilo de vida aceptable para la mayoría de la población”, en Arizona se abstienen a decir que “el sexo entre personas del mismo sexo” puede ser seguro y en Oklahoma que se sabe que “las relaciones sexuales entre homosexuales son las principales responsables de la propagación del SIDA“.

Los valores se transmiten a niños que no han vivido lo suficiente como para juzgar a la sociedad con independencia y que “ahora, con la homofóbica administración de Trump, vemos que muchos emergen con mucha más fuerza”, indica Carrol.

Estas enseñanzas socavan algunos de los avances logrados en los últimos años, como el matrimonio homosexual, que ahora es legal en 22 países del mundo. Y como indica Carrol, mientras sigan distribuyéndose y calando en las mentes “seguirá habiendo discriminación, continuará habiendo gente que tendrá miedo a expresar lo que siente y otros que se sentirán estigmatizados”.

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