Hace unos días dábamos la funesta noticia: un judío ortodoxo creaba el caos en la celebración del Pride de Jerusalén al atacar a los participantes en la marcha. Tras el shock inicial, la reacción de la mayor parte del país ha sido la de la indignación que se ha materializado con una serie de marchas en las ciudades más importantes de Israel.
Las manifestaciones más multitudinarias se han producido en las dos ciudades más movidas e importantes del país: Jerusalén y Tel Aviv.
A pesar de que son dos ciudades completamentes opuestas (Jerusalén vive en un continuo estado de neurosis mientras que Tel Aviv es todo un oasis de entendimiento y libertad en Oriente Medio) los asistentes que han asistido a las dos marchas han solicitado medidas parecidas: que se adopten medidas más firmes para erradicar la homofobia, advirtiendo de las nefastas consecuencias que tiene para la sociedad israelí.
El recientemente elegido primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha querido mostrar su apoyo al colectivo y ha emitido un discurso poco antes de la manifestación en el que ha condenado el ataque y ha afirmado que estuvo dirigido ‘a todos los niños’. ‘Lo que sucedió en Jerusalén va en contra del espíritu de los judíos’, ha afirmado.
‘En cada sociedad hay elementos extremos y homicidas y lamentablemente es verdad incluso entre nosotros, pero la sociedad y el estado son juzgados por cómo actúa el liderazgo’, ha afirmado el mandatario, que se ha comprometido a ‘guiar’ Israel ‘contra el odio y la homofobia’.