2 años

731 días después. 2 años han pasado. También podría llamarse Sin título.

La oscuridad me nubló mi realidad y el pensamiento. Los días eran eternos, solo quería que llegara la noche del 23 de julio. No tiene significado ni un porqué real.

Sabía que sería ese día, esa madrugada.

El día 22 pasó normal: estuve enojado, rabiando, quejándome de la comida de Jaci, peleé con mi madre, grité, etcétera. Así fueron todos esos días de ese año.

La oscuridad

No tenía sentido nada. La oscuridad se apoderó de mí, las y los médicos, las profesionales de la salud mental hacían hincapié en que estaba mejor, «leve mejoría». Mi corazón en cada latido de dolor me decía otra cosa.

—«¿Cuál mejoría», decía mi madre. Lo veo igual, hasta algunos días lo veo peor.

Y me preguntaba más como analogía, «Qué es peor que esto. Qué sería estar mejor». Sinceramente no sabía. No supe.

Los días y las noches eran oscuras. No había espacio para la luz, no podía siquiera ver el brillo del sol porque literal en la habitación no se asomaba un rayo de luz ni interior ni exterior.

El dolor y la pesadumbre eran mis compañeros de cada día.

23 de julio de 2023

Pasó el 22. No sabía, no sé el porqué de el día, insisto, porque en realidad el 23 es un número que amo y me ha acompañado. Jugué futbol 7 años portando ese número.

Mis jugadoras favoritas lo portan por ejemplo Christen Press.

No tenía sentido elegir ese día. Pero pasó.

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Lo único que recuerdo es a mi madre llorando. El intentó de quitarme la vida falló, erré.

No sé a ciencia cierta qué sucedió, sin embargo, si me aferró a mi fe a Dios que es lo que me sostiene sé que solo Él tiene escrito cuándo será mi último día, en qué momento y el porqué. Yo no.

La vida me ha enseñado que es tan perfecta y los imperfectos somos nosotros. Despiadados con nosotros mimos, juiciosos, exacerbados porque muchas veces la impotencia y la frustración nos gana.

Llevamos al límite nuestras emociones. Queremos sentir con apego y no con la libertad que es la base del amor, la gratitud y la empatía. Donde vemos un resquicio de permanencia y querencia queremos permanecer sin importar que ese lugar no nos esté dando amor.

2 años

2 años después el sol es mi elemento. La luz del sol la busco todos los días literal y no. Así allá nubes y tormentas, también literal y figurado.

No paso un solo día sin agradecer a Dios porque desperté, siento como late mi corazón, lloro y aprecio mis lágrimas que recorren mi rostro. Porque está es la vida que tengo. La única.

Elegí vivir. Aprendí y aprendo del dolor que me desterró como persona, decidí que quiero existir y no solo sobrevivir.

Gozo mis errores porque no soy ajeno a ellos, cada día los cometo pero me permito verlos y no reparar en querer ser mejor. Exactamente no sé mejor en qué.

Me siento suficiente. Mi formación como ser humano es interminable, pero no lo hago para alguien más o por algunos más. Es por mí, como individuo. Razono desde el amor pero también emprendí con simpleza sin esperar mucho, incluso nada de alguien más.

El amor 2 años después

Me aferré al amor: el amor universal. Porque sabía que ese camino, aunque impetuoso y muchas veces intempestivo me iba a llevar al derrotero que me tiene en la constante evolución de la plenitud.

No hay dicha completa, ni felicidad o alegría permanente, pero la procuro y aprendí esa lección: ser feliz para mí. Con mis necedades, arquetipos, paradigmas y también con mis rencores, dolores e inmundicia propias de cada persona.

Vivo el día a día. Viajé solo por primera vez, casi 30 llevo sin ver a mi familia, amigas, amigos ni a mi amor. Pero ellos saben que estoy bien, estoy sano de mi corazón, mente y cuerpo.

Todas las personas que me trajeron aquí, las que me acompañaron desde el día 23 de julio de 2023 o la que llegó por completo a mi vida el 14 de julio de 2025 tienen un espacio en mi ser de amor. Insisto, con mis carencias, terquedad, desesperación, intensidad y miedos.

Mis miedos los cobijo, no los limito. Me veo desde el amor de mi madre y ella me expresa con convicción que volveré a equivocarme, erraré, cometeré desaciertos y que qué dicha porque eso significará que soy humano y ¡que estoy vivo!

Gracias a Dios por mi vida. Por esta vida que hoy, por ejemplo, la pasé trabajando en lo que más amo hacer y enamorado de una mujer que solo hace y ha hecho todo lo posible por amarme y cuidarme.

Para Mushi con todo mi amor, te amo, mi amor.

«No hay luz sin pasar por la oscuridad».

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2 años

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