Las crónicas de la época describen a la Reina Cristina de Suecia como una mujer a la cual no le interesaban los supuestos ”quehaceres femeninos”, que en lugar de ropajes de seda y joyas adecuadas a su estatus de reina prefería vestir con ropajes amplios, con vestimenta masculina.
De un temperamento fuerte, amante de deportes reservados a los hombres como la caza y la esgrima, mientras otros reyes de Europa no sabían como abrir un libro ella era una ávida lectora y crítica con cualquier persecución de minorías (mando una carta a Roma criticando la situación de los judios), se negó a casarse con ningún hombre y tuvo una más que cercana relación con su prima Ebbe… Vamos, que si por el siglo XVII hubiese existido el término tomboy, éste tendría que ir acompañado del retrato de la Cristina I de Suecia.
Mika Kaurismäki ha retrocedido hasta los albores del cine para recuperar una de esas historias que se había quedado cogiendo polvo en los cajones del tiempo. Y es que esta no es la primera vez que podemos ver a este personaje histórico en el cine puesto que un icono del cine como Greta Garbo se puso el traje de esta reina de la disidencia.
Si en 1933 la relación entre Cristina y su prima Ebbe se nos sugería aquí se nos muestra sin tapujos. Además de disfrutar de la miradas cómplices, de esos roces de piel que parecen involuntarios pero se pegan en los huesos y de bucólicos paseos con el sol del atardecer como testigo de excepción… también podemos verlas de disfrutar de su sexualidad.
En nuestro país, la distribuidora Film Buró todavía no ha puesto fecha al estreno de la cinta, pero gracias a la plataforma Wolfe tenemos la posibilidad de poder ver esta historia en streaming. Una gran oportunidad para descubrir el lado lésbico de la historia.