En las últimas décadas, Argentina y España han vivido un camino similar. Ambos países venían de una dictadura de desaparecidos y cunetas, las dos naciones han sufrido fuertes reveses económicos a lo largo de estos años, han conseguido transformarse en el terreno de lo social… y se han convertido en un ejemplo de respeto a los derechos del colectivo LGTB.
Si en el terreno deportivo suele decirse que la victoria tiene muchos padres y la derrota un único culpable, en la cuestión de los asuntos sociales ocurre algo parecido. Sin embargo, de entre los distintos factores que han empujado a la consecución del objetivo, hay uno que sobresale del resto: la labor del activismo.
Las principales asociaciones LGTB argentinas (FALGTB, Ciudadanía LGTB, CHA) han luchado a brazo partido contra los poderosos hilos de la iglesia argentina que hoy, cuatro años después de la histórica fecha, sigue atacando la libertad del colectivo.
En estos cuatro años, un total de 9.500 parejas del mismo sexo han contraído matrimonio en el país. Las estimaciones también indican que 1.300 parejas se casaron en los primeros seis meses de la ley, por un total de 3.697 en el primer año.
Además, la ley del matrimonio igualitario fue ampliada en 2012 para poder concertar matrimonios con personas del mismo sexo pero que no hubiesen nacido en el país, y para completar su giro LGTBfriendly desde la Casa Rosada de Buenos Aires se han realizado numerosas campañas (parece mentira teniendo a una presidenta que es igual que Ana Botella pero con acento seductor) a favor del turismo gay.
Para celebrar este cuarto aniversario, Buenos Aires emula a la París de Hemingway y se pone sus mejores galas para celebrar el matrimonio de Oxana y Marina, una pareja rusa que busca asilo en el país… La ocasión -sin lugar a dudas- merece la pena.