Desafortunadamente vivimos en una sociedad a la que le parece más fácil burlarse y rechazar lo que no es común, que abrir su panorama a nuevas ideas; en especial a muestras distintas de amor y expresión humana. Lamentablemente todo ese odio trae consigo víctimas inocentes.
El más reciente ejemplo conocido es el de Leo Etherington, un joven británico de 15 años que se suicidó debido al acoso que estaba sufriendo en su colegio después de confesarse un chico trans.
Al parecer los chicos del colegio se negaron a llamarlo por su nombre original, y comenzaron a hablarle por un nombre femenino, de una manera despectiva y humillante. Según algunas investigaciones, el profesorado del colegio decidió que hasta que Leo tuviera 16 años no podían referirse a él como hombre.
A pesar de que Leo contaba con el apoyo incondicional de su padre, pues su madre falleció hace 4 años, la discriminación y el bullyng fueron motivos más fuertes para que decidiera terminar con su vida.
El nombre femenino que Leo había elegido en un principio era Louise, aunque después lo cambió por Alex. Sin embargo, al ser plenamente consciente de su identidad de género masculina, lo consideró demasiado neutro y decidió regresar al de Leo. Fue por eso que el conflicto inició en su colegio.
Alison McCormik, asistente forense registró el pasado jueves el veredicto final sobre el suicidio de Leo, y le dio unas palabras de aliento a su padre: “Usted y Leo tuvieron una relación muy amorosa y de apoyo y proporcionó todo el respaldo que él podría haber esperado. Sé que esto debe ser muy duro, pero espero que pueda tomar algo de consuelo de eso”.