Biografía, hitos y objetivos del movimiento lésbico en España

Mucho se ha hablado, se conoce y se reconoce del movimiento gay y en los últimos años del movimiento LGTB en España, pero el movimiento lésbico es un gran desconocido. En este editorial he querido recopilar en unas pequeñas pinceladas lo que ha sido el movimiento impulsado por las mujeres lesbianas en España.

El movimiento lésbico en España da comienzo durante los años de la transición política con la integración de las lesbianas en los Frentes de Liberación Homosexual en los años setenta y, posteriormente, en el interior del movimiento feminista a partir de la década de los ochenta.

A partir de la década de los noventa -y hasta nuestros días-, la militancia mixta con los gais vuelve a ser el modelo predominante, junto con un repunte de la radicalidad representado por los colectivos queer.

Por otro lado, el grado de represión bajo el franquismo de las mujeres lesbianas ha sido apenas explorado y resulta difícilmente detectable y el incipiente movimiento de hombres homosexuales, más visible que el cuasi inexistente de  lesbianas, sale del franquismo con una lucha específica clara contra la Ley de Peligrosidad Social.

1975-1990: Convergencia, emancipación y ósmosis

A finales de 1975 nace el movimiento feminista en España. Muchas de las reivindicaciones de esta corriente eran defendidas por las lesbianas como feministas pero no eran sentidas como específicas de las lesbianas, por lo que no siempre las relaciones eran tan fluidas en el seno del movimiento feminista, ya que primaba la imagen de que no se identificara públicamente feminismo con lesbianismo.

Estos planteamientos resonaban en viejos prejuicios. La lesbofobia apareció entonces dentro del propio feminismo, temeroso de ser identificado con el colectivo de lesbianas.

En enero de 1981 se constituye el Colectivo de Feministas Lesbianas de Madrid -CFLM-, al que siguen distintos grupos similares repartidos por una buena parte de la geografía española, incorporados a la Coordinadora de Organizaciones Feministas del Estado Español, que mantenía convocatorias estatales periódicamente.

En 1983 se organizan las primeras jornadas de lesbianas sobre sexualidad. Este encuentro marca el inicio del movimiento organizado de lesbianas en el Estado español (Llamas y Vila, 1997: 202). 

Tres líneas de acción caracterizan al CFLM: la introducción de los problemas propios en la agenda feminista, la imagen ante los medios y la respuesta puntual a las agresiones a las lesbianas. 

Al definirse fundamentalmente como feministas, pero manteniendo una autonomía en tanto que lesbianas, el colectivo definió sus propios intereses y prioridades y las trasladó al movimiento feminista con la intención de que éste asumiera el hecho del lesbianismo al mismo nivel que la heterosexualidad.

1990 en adelante: Autocrítica e interpelación queer

A principios de los noventa las lesbianas se reúnen con sus colegas gais en el renaciente Movimiento de Liberación Homosexual. Allí se definieron como críticas con el feminismo / lesbianismo político y próximas a otros grupos también opositores al planteamiento mayoritario del colectivo.

A partir de su unión, ambos grupos confluyen en una fuerza crucial en occidente al dotarse de una identidad muy poderosa: la del ‘ser’ homosexual, y así lograr amplias movilizaciones y conquistas sociales y legales importantes.

No obstante, el esencialismo inherente a dicha identificación se convirtió en el blanco preferido del activismo queer, interesado en disolver las identidades ‘fijas’ por considerarlas un obstáculo para la transformación social (Suárez Briones, 2002).

El movimiento queer, que rechaza todo tipo de clasificaciones fijas de el hombre y la mujer, afirma que los géneros, las identidades y las orientaciones sexuales son el resultado de una construcción social y no biológica.

Tal y como expresa la creadora del espacio de debate Dramafree Madrid, el moviniento queer, ‘trata de expandir la propia identidad, eliminar etiquetas y visibilizar otras realidades.’

Desde entonces -y frecuentemente invibilizadas por la atención mediática que suscita el colectivo de hombres homosexuales- ambas corrientes mantienen una relación de recíproca interpelación que se traduce en el fructífero debate de sus demandas y objetivos.

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