¡Querer encajar en un mundo tan cruel! No hay cabida para los cobardes, los indecisos, las, los y les tibios. No tienen sitio los pasmosos, lentos, mucho menos los diferentes. Tampoco hay lugar para los intensos, las y los hipersensibles de alma, acciones y mente.
El mundo se apresta cruel, vacío, vanal. Las mentes “sabias” son millonarias o millonarios que conducen autos de 10, 12 millones de dólares, que posan con mujeres exuberantes en yates por islas hasta de nombres impronunciables. ¡Y qué atractivo resulta!
Pero es el mundo, ¿o somos la gente?
Querer encajar en un mundo tan cruel sólo es una más de las exigencias de una sociedad deshumanizada y despiadada.
El rico será más rico mañana. El pobre más pobre. Todos —sin excepción—pobres de empatía, de fe, esperanza pero sobre todo de amor propio, de prudencia y concordancia: congruencia.
¿A quién le importa ser congruente?
¿A quiénes les importa que haya congruencia entre sus actos y su vida social/digital expuesta? No existe. Lo inmediato, lo corto, lo fácil a todos nos seduce.
A el 93% de la gente que nos rodea no le importamos, no actuará en favor de nuestro bienestar, ni de nuestra humanidad. Si tu núcleo cercano es de 15: solo a una persona le importas y tomaría un tren o un camión para llegar a verte y abrazarte, sin importar si tuviese que gastar todo su salario en ello. ¿Sabes quién es esa persona? —casi siempre—¡Tu mamá!
Redujimos toda nuestra inteligencia mental, física y emocional a la inmediatez. A este preciso momento en que lees esto. Pasarás a otra aplicación en tu móvil en menos de 60 segundos. Seguirás, seguiremos anhelando una vida que no tenemos. Pero, ¿por qué?
Lo inspiracional e inalcanzable nos romantiza, nos seduce todos los días. Lo tangible como los abrazos del hermano, la sopa cocinada por la abuela, el beso de mamá cada mañana, la llamada del amigo repleta de carcajadas no tienen cabida. «Necesito trabajar porque tengo una pila de facturas por pagar, una lista de deudas por saldar».

Querer encajar en un mundo tan cruel
Casi imposible. Sobre todo si tienes preferencias sexuales diferentes, si eres una persona que sufre y padece alguna enfermedad mental como distimia, depresión, ansiedad, trastornos compulsivos, esquizofrenia, bipolaridad y mínimo una centena más.
Querer encajar en un mundo tan cruel es —casi—imposible porque la competencia es avasalladora, el ego y la arrogancia cada día más virales, la inexplicable deshumanización de nuestra generación es agobiante, ¿pero para quién? «Que cada quien resuelva lo suyo como pueda». Y por eso la mayoría de países en Latinoamérica están sumidos en pobreza extrema: económica y de valores. La descomposición social en todo su esplendor.
Y, si eres bisexual, lesbiana, transexual o bisexual, mucho menos vas a encajar. El mundo, las sociedades hispanohablantes están hechas bajo la predisposición de la “política del esfuerzo”, pero no.
Y no está bien ni está mal querer encajar en un mundo tan cruel. Cada persona tenemos nuestras propias carencias, nuestros únicos y repetidos dolores y miedos, cada una de nosotras sólo sabemos el terror de habitar en países o ciudades donde se cometen 11 feminicidios y tener que salir a buscar sustento.
Somos bultos de cemento que los gobiernos han ido apilando a su conveniencia, le entregamos el poder a personas más ignorantes y más corruptas que los propios sinónimos de las palabras. ¡Y así nos va! Así nos seguirá yendo.
¿Y si un día nos acordamos de nuestra esencia?
Si un día retomas tu vieja guitarra y esas partituras que compartías con tu abuelo. Si una mañana en lugar de abril el móvil tu primer lectura es en un libro físico o esa pila de mangas que coleccionaste por años.
Querer encajar en un mundo tan cruel nos ha hecho perder nuestra esencia, nos ha vuelto volubles pero al mismo tiempo vulnerables porque queremos ser aceptados, «porque los “likes”, ¿quién vio mi historia?». Muy reduccionista nuestro pensamiento.
Siendo que en el universo, al menos en este momento, la ciencia dice que somos el único ser humano, la única raza pensante que ha pasado a destruir ¡todo!
Pero, ¿y si un día retomo mi esencia? Con ello mis poemas, mi gusto por aprender a tocar violín, mi deseo de aprender algún idioma más, de coger mi bici y salir a rodar.
Y si retomo mi esencia porque estoy sinceramente cansade de querer encajar en un mundo tan cruel. Yo no quiero ser una pila más de esos costales que acomodan a su completa conveniencia sin ni siquiera cuestionarme yo mismo si es lo que deseo para mí o alguien más lo eligió. ¡No quiero!
Ya no quiero «Querer encajar en un mundo tan cruel».
Quiero mi mundo soñador, prestando tiempo, atención y reconocimiento a las emociones de los demás.
«No quiero gritar en un mundo de sordos».
Estoy completamente cansado y abrumado de: ¡Querer encajar en un mundo tan cruel!
¡Pero todes vamos a florecer en nuestra esencia!
Para Yare con inmenso cariño, admiración y quien siempre tiene para mí empatía y paciencia.
«Hasta los valientes sienten miedo».