Ojos verdes

Con el régimen militar ya instaurado, Miguel decide no trabajar más en tan malas condiciones y decide abandonar al empresario que lo emplea. Esa misma noche será brutalmente golpeado y torturado en un descampado.

Ya recuperado, Miguel recibe una notificación para ser confinado en Cáceres, donde se le prohíbe trabajar. Cansado de tanta inseguridad y con la urgente necesidad de ganar dinero, consigue un pasaporte y se traslada a Buenos Aires para buscarse de nuevo la vida.

En Argentina, Miguel triunfa allá donde actúa. Sin embargo, será obligado a abandonar el país por orden de la embajada española. De nuevo en España, vuelve a sentirse ninguneado profesional y personalmente, por lo que decide viajar a Méjico, donde tampoco mejora su situación.

No cambiará su suerte hasta que es contactado por Eva Perón para que actúe en Buenos Aires. De ahí en adelante vivirá la época más ‘tranquila’ de su vida, hasta su retiro del mundo del espectáculo a 52 años.

Miguel de Molina falleció en 1993 en Buenos Aires. Tenía 84 años. Fue enterrado en el cementerio de la Chacarita, en el nicho Nº 397 del Panteón de la Asociación Argentina de Actores.

La compañía catalana laBarni teatre reestrenan en Madrid el montaje ‘Ojos verdes: Miguel de Molina in memoriam’. La obra es un viaje musical por la crónica de España a partir de la biografía de Miguel de Molina, uno de los artistas más polifacéticos, provocadores y maltratados por el franquismo a causa de su condición de republicano y homosexual.

El espectáculo utiliza la copla y otros géneros como instrumentos, y la figura de Miguel de Molina como referente de un momento histórico coartado de libertades y lleno de prejuicios. Recupera el cancionero español con coplas que continúan vigentes a pesar del paso de los años como ‘Ojos Verdes’ o ‘La bien pagá’.

‘Ojos verdes: Miguel de Molina in memoriam’ se presentará del 8 de septiembre al 2 de octubre en el teatro Fernán Gómez.

Miguel de Molina nació en Málaga en 1908. Su verdadero nombre era Miguel Frías. De pequeño estuvo siempre rodeado por las mujeres de su familia, y tampoco fue de extrañar que a los ocho años accediese con toda naturalidad a vestirse de chica para hacer parejas en una fiesta en la que las niñas eran minoría.

A los trece deja el colegio y comienza a vender golosinas para acudir a espectáculos de variedades con el dinero que recauda. Se empleó también en un burdel de Algeciras para ayudar en la limpieza, hacer la compra y cocinar. Allí aprendería, entre otras cosas, que las mujeres no le interesaban sexualmente.

Las aptitudes de Miguel como relaciones públicas le abren las puertas para trabajar en Sevilla, donde estaba a punto de celebrarse la exposición universal de 1929. Allí tendrá su primera experiencia sexual con un joven artista árabe llamado Samido. Será entonces cuando reconocerá su condición homosexual, que nunca esconderá ni reprimirá.

Recién cumplido su servicio militar, se proclama la república, y es cuando Miguel Frías decide convertirse en Miguel de Molina para dedicarse profesionalmente al mundo del espectáculo.

Durante la década de los 30, Miguel de Molina se convertirá en un exitoso intérprete y popularizará canciones como ‘El día que nací yo’ u ‘Ojos verdes’. A la vez, su faceta como bailarín le dará otras buenas alegrías profesionales con el ‘Amor Brujo’.

No obstante, después del alzamiento franquista y la Guerra Civil, su arte será menospreciado por los empresarios, quienes le obligarán a aceptar un diez por ciento de su sueldo habitual por cada actuación.

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