La homofobia institucional rusa potencia la incidencia del VIH

Que el aliento de la homofobia -al igual que el de la xenofobia- da votos, es una verdad sin ambages. Sin embargo, mientras engorda de poder a quien la promociona, empuja a la marginalización al sector que la padece, desencadenando nuevas mermas en su desarrollo vital que acaban perjudicando a toda la sociedad.

En esta situación se encuentra la población rusa, que asiste a un repunte sin precedentes de la prevalencia del VIH, tal y como ha avisado en la reunión de la comisión gubernamental de sanidad su ministra de Salud, Veronika Skvortsova.

Según la ministra Skvortsova, la epidemia puede quedar ”fuera de control” en 2020 si no se asignan más medios para su prevención y atención, estimando que el número de personas con VIH del país puede incrementarse en un 250 por ciento de no ampliarse el acceso a la medicación.

En sus propias palabras: 

El actual nivel de financiación permite proporcionar tratamiento antirretroviral a unas 200.000 personas seropositivas, lo que supone una cobertura del 23% […] En esa situación, tendremos un escenario de epidemia generalizada de VIH y sida, en el que el número de personas infectadas se incrementará un 250 por ciento en 2020.’

En Rusia hay actualmente cerca de un millón de personas con VIH y sólo el año pasado 90.000 ciudadanos rusos contrajeron el virus. En comparación con Alemania -el país con la tasa más baja de infección de Europa- el número de transmisiones es treinta veces superior, una diferencia que no se corresponde con la diferencia de su tamaño poblacional.

La toxicomanía: una verdad ”a medias”

La principal causa de que siga aumentando el sida en Rusia, según el director del Servicio Federal para el Control de Narcóticos, Víktor Ivanov es la existencia de 1,5 millones de heroinómanos por vía intravenosa, un dato que evidenció en la misma reunión.

Tal y como defdiende Ivanov, las personas drogodependientes ”no acuden a buscar tratamiento, pues evitan cualquier contacto con instituciones sanitarias y huyen de las fuerzas de seguridad’. Sin embargo, en un país donde el uso de la metadona para el tratamiento de la drogadicción está prohibido, se reconoce claramente por qué la toxicomanía no se trata desde las instituciones de manera adecuada.

Lo que no se aborda públicamente es la responsabilidad institucional de esta situación, pues como defiende el director de la Agencia Federal para el Sida, Vadim Pokrovski, el extremo giro ultra conservador del Gobierno en los últimos años ”ha conducido a la duplicación de los casos de infección de VIH’.

La presión de la Iglesia Ortodoxa en la agenda del Gobierno ha impregnado toda su política de conservadurismo en materia de educación sexual, hasta el punto de no facilitar el acceso a preservativos y otros métodos profilácticos y anticonceptivos.

Una situación que no mejora en absoluto para la comunidad homo, bi y transexual, cuya estigmatización social y falta de seguridad suponen otra barrera en la prevención del VIH, ya que las personas del colectivo LGTB no acceden a la prueba por miedo a salir forzosamente del armario y poner su vida en peligro.

This website uses cookies to improve your experience. We'll assume you're ok with this, but you can opt-out if you wish. Accept Read More