Cuando falta voluntad política todo se complica. El último ejemplo lo tenemos en Australia, región en la que la población ha mostrado desde hace lustros un más que sólido apoyo al matrimonio igualitario y su aprobación se está perdiendo entre los innumerables vericuetos de la política.
La coalición liberal-nacional había presentado este proyecto para que lxs australianxs decidiesen sobre la legalización del matrimonio igualitario, pero la Cámara Alta aussi ha terminado tumbando la propuesta en una ajustada votación.
La decisión supone un varapalo para el activismo y para el propio Malcolm Turnbull, primer ministro del país. La coalición liderada por Turnbull consiguió pasar por el filtro del Parlamento donde tiene la mayoría, pero la propuesta fue finalmente rechazada en el Senado por 33 votos en contra frente a los 29 políticos que votaron a favor.
El opositor Partido Laborista ha argumentado que someter esta cuestión a referéndum generaría un espinoso debate social y, en cambio, ha abogado por que la decisión recaiga íntegramente en el Parlamento. Una solución que daría a los laboristas el derecho exclusivo de decidir sobre el matrimonio igualitario puesto que tienen mayoría en el Senado.
Una decisión dura y que trata de frenar una realidad incontenible. Y es que el matrimonio igualitario se apoya en dos pilares básicos: el incansable trabajo de las asociaciones LGTB que ya han anunciado que seguirán luchando por alcanzar este derecho y un mayoritario apoyo por parte de la población australiana.