El parlamento ruso se niega a penalizar la exhibición de la homosexualidad
Para que el parlamento ruso detenga una ley contra el colectivo LGTB es que esta tiene que ser muy, pero que muy extrema. Así ha sucedido en la última votación de la Duma Estatal, en la que se ha decidido rechazar la propuesta de ley elaborada por Ivan Nikitchuk y Nikolai Arefyev.
Los miembros del partido comunista, que han calificado la homosexualidad como ”una enfermedad contagiosa comparable con la drogodependencia y el alcoholismo”, presentaron un proyecto de ley que contemplaba multas de hasta 5.000 rublos (63 dólares) por manifestar ‘una orientación sexual no tradicional en lugares públicos’ y arrestos de hasta 15 días para los ciudadanos que lo hicieran en centros educativos.
El proyecto de Ivan Nikitchuk y Nikolai Arefyev ha sido rechazado por ser demasiado extremo. Ahí es nada. Que te llamen extremo en un país donde la homofobia se imparte con temario propio en todas las escuelas del país, debe convertirte en una de las personas más retrógradas del planeta.
Pero claro, el resultado es obvio si uno relaciona la homosexualidad con la pedofilia y afirma que cualquier opción que no se encierre en la heterosexualidad es algo perverso.
Teorías más propias del siglo XVII y que han chocado de frente contra un parlamento que, si bien no es el ejemplo ideal de la Diversidad -que ni se acerca- no vive tan de espaldas a la realidad y que ha paralizado el endurecimiento de una ley que ha traído el mayor desastre sanitario de la historia del país.
En un país donde el 37% de la población afirma que la homosexualidad es una enfermedad que debe ser tratada y puede ser curada, la noticia ha sido recibida por los activistas LGTB como una verdadera victoria, así Svetlana Zakharova del Russian LGBT Network, afirmaba que: ‘Creemos que es una buena señal’.