Te dejo ir
¡Te dejo ir, viejecita! No es que no comprenda que era tu tiempo y que son cosas de Dios. No es que no lo haya entendido desde antes.
Sin embargo, la desolación tras tu muerte es el sentimiento más aterrador e inhóspito, desconocido por completo par mí.
Te dejo ir porque sé, reconozco y agradezco que Dios me haya elegido para ser tu cómplice de absolutamente todo.
Fuimos, somos y seremos el amor mutuo más grande de nuestras vidas. Nadie me ama, ni me amará como tú, pero también nadie te ama ni te va a amar hasta la eternidad como yo… por eso: te dejo ir.
Porque el amor no duele. El amor de verdad es paz, trasciende, crece, se transforma y evoluciona en más amor. Un amor extendido y multiplicado.
Te dejo ir viejecita
¿Que cómo fue amarte? Quizá inexplicable con palabras, pero no con el alma, con el corazón y mucho menos con la conciencia.
Recuerdo con amor nuestras mañanas riéndonos a carcajadas por todo y por nada. Me alegra mi corazón saber que fui yo, era yo, siempre fui yo.
Y, no es que haya competencias, porque sería inconsciente pensar en que no fuimos tú y yo el todo, el uno, lo máximo si convertimos nuestro amor en la dicha perfecta.
¿Cómo no amarte? Si tus abrazos eran el mejor sitio para sanar y repararme. Si cada uno de tus guisos, de tus detalles, si todas tus primeras y últimas bendiciones eran, fueron para mí.
Mi amor por siempre
Las dosis más completas de amor, de ternura y también de risas las conocí por ti y a tu lado.
La fe y la fuerza en su totalidad la conocí contigo. Eras tú el reflejo y el ejemplo más grande de lucha, pasión por conseguir lo que sea y de trabajo. Fuiste incansable también para amarme.
Mi amor por siempre no se apaga. Te dejo ir en paz, sin embargo, buscando la paz que me enseñe cómo vivir sin ti, sin tus sonrisas y abrazos de todos los días.
Te dejo ir porque estás con Dios. Viviste tan plena que tu único destino es la Vida eterna. Allí donde solo hay dicha, plenitud, amor y sobre todo mucha luz… porque te olvidaste de tus lentes, viejecita, y con tanta luminosidad ahora ves bien.
Gracias: te dejo ir
Escribo estas letras a sabiendas que mi viejecita amada ya no las leerá, pero también consiente de que por ella conocí el amor más grande y por ese amor necesito sanar.
El tránsito de este duelo ha sido tan duro, cuesta arriba por completo. Pero con la bondad de mi corazón y la paz de que amé a mi Tali como solo podía amar a un ser humano tan majestuoso como ella: con todo mi ser.
Busco la serenidad y la calma, necesito hallar el camino a esta nueva vida sin ella. Y lo haré. Quiero volver a sentir el brillo en mi corazón y ver la luz de mis pensamientos con claridad.
Te dejo ir. Descansa en paz. Te amo y te amaré por siempre. Gracias por todo, incluso lo que no fui capaz de ver.
Healing!