Este año el invierno ha durado en Madrid algo así como ocho días. El sábado los turistas lucían las primeras camisetas de tirantes de la temporada (parece ser que la moda de los estampados ha llegado para quedarse), presumían de gafas de sol y se montaban solariums improvisados en cada rincón del centro.
Además de encontrarse con una capital con pinta de postal primaveral, los despistados turistas que pasaban por la Gran Vía a media tarde tuvieron la fortuna de encontrarse con la concentración que a partir de las 17 horas había convocado Arcópoli para protestar contra el indecente número de agresiones LGTBfóbicas producidas en la capital en lo que va de año y que consiguió reunir a más de trescientas personas.
Cientos de personas entre los que estaban presentes representantes de numerosas asociaciones (FuenlaEntiende, Fundación Daniela, Fundación 26 de Diciembre, COGAM y Chrysallis entre otras), de la clase política (diputados y concejales de PSOE y Ciudadanos, incluidas las portavoces Purificación Causapié y Begoña Villacís) y referencias del activismo LTGB como Jesús Generelo o Boti García Rodrigo.
A pesar de que sólo llevamos 25 días de 2016, el activismo madrileño ha contabilizado 7 agresiones a integrantes del colectivo LGTB. Cifras que causan estupor y repulsión y contra las que no se puede hacer otra cosa más que alzar la voz como se hizo en la concentración organizada por Arcópoli.
El acto de repulsa tuvo lugar, en el cruce entre la calle Gran Vía y Montera, uno de los ”puntos negros” en los que tienen lugar las agresiones, al lindar con el barrio de Chueca. A lo largo de acto, pudimos escuchar proclamas en contra de cualquier forma de violencia y a favor de la inclusión de todos los colectivos y finalmente los asistentes alzaron sus manos que estaban metaforicamente pintadas de rojo.
Una concentración que demuestra el fuerte tejido del activismo LGTB en la capital de Madrid y que confirma que salvo casos ruidosos pero puntuales, la ciudadanía de la capital apoya sin ningún tipo de reparos a la comunidad. Y es que ninguna agresión LGTBfóbica debe quedar impune.