Lo difícil y duro que es ser futbolista gay en Argentina

La Selección Argentina de Futbolistas Gay se coronó en Miami como campeón del mundo por cuarta vez. Cristian Pare y Ezequiel Testardini contaron a Infobae cómo surgió un equipo que por la condición sexual de algunos de sus integrantes, no podría jugar en AFA.

Cristian es capitán y goleador de la SAFG, un equipo argentino de fútbol que viene de consagrarse campeón del mundo en un torneo disputado en Miami por tercera vez en 10 años. Es, además, un tipo como cualquier otro: tiene su trabajo de enfermero, su pareja y una vida agitada que por estos días, ante el interés de los medios por conocer su historia, debe organizar mucho más detenidamente para cumplir con los requerimientos. Hasta aquí, todo bien, nada demasiado llamativo. Cristian es homosexual e integra el seleccionado argentino de fútbol gay (SAFG). Y ahora: ¿todo bien?

Cristian Pare, capitán y goleador de la SAFG.

No. En Argentina no hay un lugar natural para la homosexualidad, mucho menos en el fútbol. En rigor de la verdad, esta variación de la sexualidad, como lo es la heterosexualidad o la bisexualidad, existen en todos los niveles del deporte pero no su aceptación. De hecho no hay un solo caso de un futbolista argentino en actividad abiertamente declarado gay pero no porque no los haya sino porque en el fútbol argentino está prohibido serlo. ¿Por qué? Simplemente porque pese a los esfuerzos de un país que presume de su modernidad, tiene en su inconsciente colectivo un concepto de la vida arcaico y, fundamentalmente, segregacionista.

“Sabemos de casos o suponemos de chicos que son gays que juegan al fútbol pero no lo dicen porque imaginate el domingo cuando ese chico llegue a la cancha: 20 mil, 30 mil personas insultándote”, explicó Ezequiel Testardini, integrante de la SAFG. “Creo que todavía Argentina no está preparada para que un jugador o los que sean tomen la decisión de asumir su verdadera condición sexual. En Agremiados hay ocho mil jugadores afiliados y la estadística dice que uno de cada 10 hombre de este país son gay. Es decir, hay muchos más casos de lo que nosotros pensamos pero no se dice porque tenemos una sociedad totalmente machista que iría a la cancha a insultarlo por su condición sexual”, añadió.

Ezequiel Testardini, jugador de la SAFG.

Ezequiel está en pareja y tiene una hija. Llegó a la SAFG por intermedio de un amigo que jugaba en el seleccionado. Primero pensó, dudó pero decidió ir. Entró al vestuario y recordó que el primer día “el aire se cortaba” hasta que uno de los chicos entró, hizo un comentario que rompió el hielo y Ezequiel se rió con todos y hasta de sí mismo. Ezequiel es heterosexual y juega en la SAFG desde 2011. “Aún tengo algunos familiares y amigos que no entiende que juegue ahí pero yo no tengo problema con la homosexualidad o sí, no puedo entender al que discrimina a otro por ser gay. Incluso me he agarrado a piñas por eso”, contó a Infobae.

La SAFG viene de ganar su cuarto título mundial de fútbol (2008, 2010, 2012 y 2017) celebrado este año en Miami. Allí se celebraron los Juegos Olímpicos LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) bajo el nombre de World Out Games al vencer en la final por 1 a 0 a Seattle. Con la pelota como excusa, los integrantes del seleccionado donde la diversidad sexual es una característica fundamental de unión, buscan  superar el obstáculo de la mirada del otro. La idea de formar un equipo de fútbol con jugadores que no podrían ser aceptados en torneos oficiales nació en julio de 2007. Tiene una Comisión Directiva conformada por 14 miembros, 40 jugadores y un cuerpo técnico formado por tres personas.

 

Nada es fácil para la SAFG. Por la escasez de recursos no tiene un lugar fijo de entrenamientos. En 2014 habían logrado un acercamiento concreto con la AFA a través del entonces presidente Julio Grondona, uno de sus máximos respaldos. Ese año el dirigente falleció y el organismo que rige al fútbol argentino les cerró las puertas. Este año, con la asunción de las nuevas autoridades, volvió a abrirse un espacio de diálogo entre la SAFG y los dirigentes de la AFA. Ellos sólo quieren un espacio para practicar y el acompañamiento de los principales representantes de la Comisión Directiva que encabeza Claudio Chiqui Tapia para realizar campañas de concientización en los clubes, principalmente en los grandes, los que mueves a las masas.

La SAFG en un momento de distensión en Miami, donde se consagraron campeones del mundo.

El trabajo es arduo. Andar por la vida teniendo que soportar la mirada del otro en cualquier circunstancia no es fácil para nadie. Cristian Pare nació en Florencio Varela y contó que fue marginado por personas de su círculo cotidiano, las mismas que hoy, ante la trascendencia de los hecho con la SAFG, se acercan para recordarle que fueron compañeros en la primera o en la secundaria. “La percepción de hoy de algunas personas que conozco desde hace mucho tiempo es distinta, es como que yo estoy logrando algo y te empiezan a aceptar”, contó con una sensación dual porque en cierta forma siente esto como un triunfo y por otro lado lamenta que tenga que ser así.

“Al gay lo ven mal”, asumió en referencia a un germen desagradable instalado en un nuestra sociedad, y agregó: “Yo estoy haciendo deporte, estoy haciendo algo visible y a la gente le llama la atención. Mi comportamiento es normal y así es como que te van aceptando”.

Para la SAFG hay en el horizonte desafíos enormes. En 2018 se celebrarán en París los Gay Games, la competencia deportiva más importante de la comunidad homosexual mundial que reunirá cerca de 30 mil atletas que participarán en 30 disciplinas.

Pero no es una copa o una medalla el gran objetivo. “Va a costar un montón en la Argentina considerar a cualquier tipo de variante sexual que no sea la heterosexualidad como cosa normal, como lo es”, expuso Cristian.

Ezequiel por su parte, dejó una frase que debería retumbar fuertemente en la conciencia de quien discrimina: “El trabajo que nosotros hacemos es el de la inclusión. Que la persona se sienta con confianza para poder hablar y decir si es gay o lo que sea y que la gente empiece a entender de que estamos, que vivimos”.

En Argentina, año 2017, aún hay personas que deben esforzarse por encontrar la forma de decir que existen, que están, que viven

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