‘La llamada’: el milagro cósmico-musical lesbi-religioso llega a las pantallas del cine

Hace cuatro años, en el hall del Teatro Lara de Madrid, un grupo de jóvenes mostraba al público lo que poco antes era un pequeño sueño. Poco a poco, ese sueño, en forma de musical nombrado La llamada, paso del hall al escenario principal. Y de ahí, tras cuatro años seguidos colgando el cartel de ‘no hay billetes’ más de una noche, llega su paso a la gran pantalla.

Javier Ambrossi y Javier Calvo (los Javis, quienes por cierto se comprometieron en matrimonio en plena premier de la pelí­cula) fueron las mentes detrás de la creación de La llamada. Ambos venían de tener papeles como actores en televisión (Ambrossi participó en Amar en tiempos revueltos y Calvo es más conocido como el Fer de Física o Quí­mica) y juntos ya habían desarrollado otras pequeñas obras teatrales. La frescura de ambos no sólo se ha hecho notar con esta multipremiada obra sino que también son responsables del fenómeno Paquita Salas, que ha pasado de las plataformas web de Atresmedia a firmar un reciente compromiso con Netflix. Enrique López-Lavigne, productor de la pelí­cula, quiso también que ellos fueran los que dieran el paso para ponerse detrás de la cámara.

Si sobre las tablas La llamada ha logrado encandilar a más de 300.000 espectadores, su versión como película no se queda atrás y logra trasladar con éxito la candidez, frescura y diversión de la obra. No en vano, las protagonistas de la cinta son las mismas que dieron vida los personajes originales en el Teatro Lara.

Macarena García (Goya a actriz revelación de 2013 por Blancanieves), Anna Castillo (mismo premio en 2017 por El olivo), Belén Cuesta (Kiki, el amor se hace) y Gracia Olayo (Ahora o nunca) son el cuarteto de lujo en estado de gracia encargado de dar vida a La llamada. A lo largo de los 108 minutos que dura la película logran transmitir el amor que sienten por esos personajes que tan bien conocen y regalan unas inspiradas interpretaciones

García y Castillo hacen de adolescentes díscolas y amantes del electrolatino en un campamento religioso de Segovia donde la monja Bernarda (Olayo) trata de poner orden con la ayuda de la hermana Milagros (Cuesta). En esta situación, las cuatro han de afrontar las distintas revelaciones que tendrán lugar a lo largo de los dos días que pasarán juntas. Unas revelaciones que abordan no sólo lo divino sino aspectos más humanos como los sueños rotos o por cumplir, choques generacionales y crisis de identidad sexual.

Todo esto aderezado con un Dios (interpretado por Richard Collin-Moore) que se comunica a través de canciones de Whitney Houston y una banda sonora compuesta por Leiva para unos divertidos números musicales.

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