¿Quién teme a la PrEP?

Familiarízate con esta pequeña palabra, PrEP, porque la vas a oír mucho de ahora en adelante. Se trata de la forma abreviada de referirse a la profilaxis pre-exposición oral, es decir, al uso de medicamentos antirretrovirales para evitar una infección por VIH en personas seronegativas pero muy susceptibles de exponerse a dicha infección. Es algo todavía bastante desconocido en el ámbito español y, como todo lo desconocido, genera miedo.

Hablamos de ello porque, aunque tú no la tomes (actualmente), ya no es una quimera, sino una realidad presente en varios países y recomendada por ONUSIDA como complemento a las estrategias preventivas ya existentes para VIH. Hablamos de ello porque hay quien está entusiasmado con la idea y hay quien la ve con muy malos ojos. Todos ellos tienen buenas razones y puede que en medio estés tú, intentando forjarte una opinión al respecto.

Hablamos de ello, y lo vamos a hacer mucho durante los próximos meses, porque es importante. Que en España se emplee la PreP de manera controlada y legal o que no se emplee o que lo haga pero no de una manera controlada y legal afecta a la salud de las personas y afecta a su vida sexual. Esto hace que un debate serio sobre este tratamiento profiláctico sea urgente y no solo necesario en nuestra sociedad. Lamentablemente, son los miedos basados en prejuicios, desinformación y superficialidades los que impiden ese urgente debate, hurtándole el legítimo lugar a los miedos razonables sobre consecuencias negativas de la PreP que, efectivamente, son verosímiles y que a todos nos conviene tener muy en cuenta.

Por eso, es interesante que nos preguntemos abiertamente quién teme a la PreP. De hecho, hagámoslo: ¿quién teme a la PreP? ¿Quién teme el advenimiento de la profilaxis pre-exposición aun cuando existen evidencias de que funciona bastante o, incluso, muy bien para aquello para lo que fue diseñada, sin dejar de lado sus desventajas, que pueden ser importantes?

Es una pregunta difícil de contestar, pero que no nos venza la pereza. Mirémonos a los ojos unos a otros, mirémonos en los espejos de nuestros miedos, nuestros prejuicios, nuestros deseos… ¿Quién en España teme a la PreP?

Temen a la PreP muchos médicos y demás profesionales sanitarios y no niego que les falten razones para ello. Temen los efectos secundarios de la PreP –aunque muchos de ellos los desconocen en rigor- igual que lamentan los efectos secundarios de la profilaxis post-exposición y de los antirretrovirales. Pueden admitir las ventajas de la PreP que ya se han demostrado pero desean que esta se implante cuando la evidencia de las mismas sea mucho mayor. Desde mi punto de vista, se trata de una cautela con mucho sentido. Temen, además, que los centros de salud y los hospitales se colapsen bajo un aluvión de infecciones de transmisión sexual, aluvión que se produciría como consecuencia del abandono masivo del preservativo que, a su juicio llevará aparejado el empleo de PreP. En este caso, mejor guardémonos de ver nuestros miedos deslizarse hacia el terreno de la meteorología o la literatura.

Temen a la PreP, por tanto -o podrían hacerlo- los fabricantes de preservativos que, aunque no se arruinarían, podrían ver sus beneficios mermados si a los grupos susceptibles de acogerse a la PreP les diera por hacerlo y, además, les diera por hacerlo prescindiendo de la profilaxis tradicional.

Temen a la PreP esos grupos de riesgo, vulnerables, diana, objetivo… (¡son tantos los nombres con que se nos categoriza a veces a las personas!) que aún no se han acogido a esta medida de prevención. Todos esos hombres que tienen sexo con hombres, todas esas mujeres (trans y cis) que ejercen la prostitución, todas esas personas, en fin, que fuera de estos grupos podrían constituir un nuevo grupo tienen motivos para temer a la PreP. Es algo novedoso, es algo que suscita opiniones y datos encontrados, es algo sobre lo que reina la confusión y el desconocimiento, ¡es algo que podría cambiar radicalmente nuestra manera de relacionarnos sexualmente, es algo que podría influir muy beneficiosamente en nuestra salud (o no)! Temo a la PreP yo, que estoy en ese ajo y tengo que discernir de dónde vienen las campanas que oigo si quiero tomar decisiones responsables y adultas sobre mi salud sexual.

Por supuesto, temen a la PreP los responsables públicos de salud, a cuyos oídos empieza a llegar el griterío confuso que existe en torno a este tratamiento y en cuyas manos, ay de ellos, está la decisión de dar un paso adelante al respecto o dejar las cosas como están. No les culpo de su miedo: si fuera una decisión fácil no estaríamos hablando de esto.

Teme, por último, a la PreP la sociedad española en su conjunto. Pero no es eso lo relevante. Lo que hay que destacar es que no es solo su prudencia y su cautela lo que le hace temer a la PreP, que también y así debe ser. Son su fobia al sexo y su estructura heterocentrista lo que le está nublando la mirada.

Próximamente seguiremos hablando del miedo y de la PreP.

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