Militares transexuales solicitan la inclusión del colectivo en el ejército de EEUU

La derogación por parte del ejecutivo de Barack Obama de la ley ‘Don’t Ask, Dont Tell’ supuso un cambio vital para una buena parte de los militares del colectivo LGTB. La ley que era un literal ‘prohibido preguntar, prohibido decir’ permitía a los militares gais y lesbianas participar en el ejercito… pero como soldados de segunda, sin libertad para expresarse de manera plena. 

La caída de la ley permitó por primera vez en la historia de los EEUU que los homosexuales y lesbianas participaran abiertamente en el ejército… pero, ¿qué ocurre con el colectivo transexual? Habitualmente silenciado, en esta ocasión, fue el menos beneficiado de la nueva ley, puesto que como indica el Departamento de Defensa de Estados Unidos: ”condiciones psicosexuales incluyendo, pero no limitando, transexualidad, travestismo, voyeurismo y otras parafilias, no pueden servir en el ejercito”.

Sólo 18 países de todo el mundo permiten a militares transexuales servir abiertamente, y Estados Unidos no pertenece a este pequeño grupo. Y es que las políticas militares respecto al colectivo trans en EEUU son más restrictivas que en otros países de su entorno geográfico o económico.

Si tomamos como ejemplo a su vecino del norte, las diferencias evidentes. En 1992, la Corte Suprema de Canadá reguló una ley por la que se consideraba inconstitucional prohibir a las personas su entrada en el ejército por razones de orientación sexual o identidad de género. Siguiendo en el mundo anglosajón como espejo donde mirarse, Gran Bretaña nunca ha tenido ningún tipo de restricción por lo que el colectivo transexual nunca ha tenido la puerta cerrada.

El primer país en cambiar la legislación en relación al colectivo trans fue Suiza. Todo lo que sucede en el país de los cantones es susceptible de cogerse con pinzas y con la neurótica mentalidad de los suizos ocurren cosas tan paradójicas como que fuese uno de los últimos países occidentales en aprobar el voto femenino (1971) y apenas un año después se convirtiese en el primer estado en permitir que la gente cambiase su género legal tras someterse al proceso de reasignamiento de género y la aceptación del colectivo trans en el ejercito se produjo en la década de los noventa.

Militares en la sombra

A pesar de la prohibición explícita de que el colectivo trans no puede participar en el ejército de EEUU, según la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles aproximadamente 15.500 transexuales prestan servicio en el las distintas facciones del ejercito de EEUU. 

Miles de militares que realizan su función, pero que tienen que llevar su esencia en secreto. Según Lucy Jordan, sargento transexual de las Fuerzas Aéreas de Nueva Zelanda este hecho sería relativamente fácil de cambiar: 

Organizacionalmente no es tan complicado. El ejército debe tratar de invertir en lo más importante para su propio organismo. Estamos hablando de invertir en la gente.”

Para Lassaline, que lidera uno de los principales grupos de transexuales en el ejército, la solución pasa por respetar los espacios de ”privacidad de las personas” y ha añadido, ”¿Cuánto cuesta poner una cortina en las duchas?”, en referencia a los baños comunes que deben utilizar los soldados. 

Además, ha explicado que otras soldados que sufren cicatrices tras ser sometidas a intervenciones relacionadas con el cáncer de mama también son reticentes a ducharse con el resto de compañeros/as

Donna Harding, transexual del Cuerpo de Enfermeras del ejército australiano, habla de lo importante del paso: 

Ser capaz de ser abierto y auténtico es la clave. Todo lo que queremos los transexuales en el ejercito es servir lo mejor posible… y servir con dignidad”.

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