Las mejores películas LGTB de 2016

Cada año es una enfermedad con 365 síntomas. Es cierto, la vida es una perra, pero el arte (en todas sus formas) lo disimula con cierta dignidad. Una de las mayores virtudes del cine es que nos permite hacer el viaje más difícil de todos sin movernos de la butaca: el que nos descubre nuestra propia esencia.

Las cintas en clave LGTB han gozando de buena salud en este 2016. Así lo confirman los extraordinarios datos de los principales festivales de cine diverso de nuestro país (LesGaiCineMad, FanCineGay, FIRE!!), muestras que han hecho la arriesgada apuesta de crecer en tiempos de crisis y que han sonreído al ver como su envite ha sido secundado por el público.

Este año, nos volvemos a quedar en Europa para acercarnos a la película que capitanea nuestro listado de mejores películas del 2016. Si ‘La vida de Adele’ se encargó de comandar los mejores títulos del 2013‘El desconocido del lago’ encabezó las cintas más sobresalientes del 2014, y ‘Pride’ se situaba en lo más algo del listado de las mejores producciones del 2015, en esta ocasión nos marchamos hasta Inglaterra para sumergirnos en una historia que ha conseguido subyugar a la crítica y al público.

‘Carol’

La cinta protagonizada por Cate Blanchett y Rooney Mara es un retrato del amor que consigue conmover a través de simples susurros. 

La puesta en escena de Todd Haynes es tan bella que llega a abrumar. En su sutil perfección, ‘Carol’ consigue la proporción aurea. Nada falta y nada sobra en una cinta en la que cada detalle se convierte en un acierto y en la que todo encaja de una manera imperceptible, natural y fluida.

Therese y Carol se descubren, se sumergen en el universo de la otra y terminan por crear un mundo propio en el que el AMOR emerge como único salvavidas. Un amor recluido entre paredes de hotel y que, como si se tratase de un poema de Anna Ajmátova, se alimenta de gestos, miradas y roces. 

Cate Blanchett y Rooney Mara se adaptan a la perfección a sus personajes. Blanchett es pura sofisticación. Su voz posee belleza incandescente y su figura, y sus labios, y sus ojos consiguen crear un magnetismo único en la pantalla. Mara le da la réplica con sumo acierto en su papel como una joven que consigue seducir desde sus inseguridades.

Dos actrices en versión superlativa que trazan una pasión que se presenta con suma delicadeza y con el sonido de las lágrimas reprimidas.

‘Bar Bahar’

La ópera prima de Maysaloun Hamoud consigue desintegrar numerosos estereotipos occidentales. Al igual que la obra de Marjane Satrapi, ‘Bar Bahar’ nos muestra la enorme importancia de la sororidad como arma femenina ante una presencia masculina que les impone como deben vestir, como deben divertirse, quien debe ser su marido y cual debe ser su profesión.

Salma, Laila y Noor son tres jóvenes con destinos cruzados que comparten piso en una cosmopolita Tel Aviv. Tres voces femeninas diferentes que comparten un horizonte combativo. Una lucha entre la imposición y los deseos y a la que se le suma la siempre complicada arista de la nacionalidad palestina en Israel. 

La cinta, que ha resultado ser la más premiada en la última edición del Festival de San Sebastián, nos muestra a tres mujeres que esnifan sonrisas, que quieren con miedo, que se follan las penas, que se fuman los problemas y que, como cualquier mujer del planeta, sueñan con vivir en una utopía de tres sílabas: libertad.

‘Tangerine’

Sin lugar a dudas, una de las sorpresas más gratas del año, una película que logra hacer añicos los prejuicios contra la comunidad trans gracias a un fabuloso y caótico sentido del humor, un prodigioso ingenio y toneladas de investigación… y todo esto con muy poquito presupuesto.

La cinta nos lleva hasta la odisea navideña que emprenden dos prostitutas trans. Sin-Dee Rella, que acaba de cumplir una sentencia en prisión, se entera que su novio Chester le ha sido infiel y junto con su amiga Alexandra comenzará un viaje en busca de la verdad.

La película, rodada al completo con teléfonos móviles, se convierte en un bofetón cinematográfico a todo lo preestablecido: al heteropatriarcado, a los grandes presupuestos hollywoodienses, al vacuo sueño norteamericano y al silencio que encierra al colectivo trans.

‘Theo y Hugo, París 5:59’

¿Cómo surge la chispa del amor? El nuevo proyecto cinematográfico de Olivier Ducastel y Jacques Martineau se encarga de responder a esta pregunta de la manera más lúbrica posible. 

La película se mueve a dos velocidades. Los primeros veinte minutos son un frenesí de pasión mientras que el viaje que realizan Theo y Hugo para conocerse y autoexplorarse se muestra de una manera mucho más sosegada.   

Las horas se convierten en un aliadas de los dos amantes. La noche parisina abre los brazos para mecer el incipiente romance que ilumina la mirada de los dos jóvenes. Al igual que ‘Cleo de 5 a 7’, de la que tantas influencias recibe, Ducastel y Martineau se recrea, como un cuento de Borges, en el sentido circular del tiempo. 

‘Theo y Hugo, París 5:59’ es una fábula contemporánea sobre la naturaleza anárquica del amor. Una historia en la que, al igual que en un relato de Raymond Carver, el final es sólo el principio.

‘Eisenstein in Guanajuato’

Peter Greenaway vuelve a su cine más provocador con esta cinta que narra el despetar (homo) sexual de uno de los grandes genios de la historia del cine: Sergei Eisenstein.

El director galés se sale del biopic al uso para presentarnos una cinta provocativa y sensual que consigue impregnar al cine con el sabor del realismo mágico.

La cinta arranca en el año 1931. Eisenstein tiene 32 años pero su cuentakilómetros vital ha dado vueltas como para tres vidas. Revoluciona la historia del cine haciendo del montaje un arte en ‘El acorazado Potemkin’, posiblemente la cinta de la que más se haya escrito en la historia del cine, consigue crear una iconografía nueva para un mundo revolucionario y, como los grandes genios, resultaba incómodo para todos los círculos de poder.

Como hiciera Milos Forman en ‘Amadeus’, el director gales nos dibuja a un genio caprichoso, infantil, imprevisible y entusiasta. En este caso, asistimos a la liberación del director. Una liberación que se lleva a cabo a través de su relación con Palomino Cañedo. De sus caricias, de sus besos, de su sexo y de una carnalidad que le conduce a descubrirse a sí mismo.

‘Viva’

Paddy Breathnach, como ya hiciera ‘Fresa y chocolate’ en el año 1994, traza una historia que araña la superficie castrista para indagar en la verdadera realidad cubana a través de una historia en la que el conflicto se centra en la aceptación (por parte de uno mismo y de la familia más cercana) de la homosexualidad y de la dificultad de encontrar nuestra propio lugar en el mundo. 

Jesús es un joven que trata de hacer malabarismos con la realidad cubana. Cada día escribe una nueva aventura. Sueña con convertirse en una estrella de la escena underground de las drag queens cubanas mientras sobrevive peinando a señoras del barrio, arreglando pelucas en un cabaret de La Habana o vendiendo su cuerpo a turistas por una bolsa de arroz.

Cuando consigue alcanzar su sueño con las yemas de los dedos su vida vuelve a la casilla de inicio. Su padre (Jorge Perugorría, ‘Fresa y chocolate’), regresa de la cárcel para compartir casa y vida con él. Juntos emprenderán un viaje para dejar de ser íntimos desconocidos y convertirse en padre e hijo.

‘La doncella’

Park Chan-wook (‘Old Boy’, ‘Stoker’) es como un Roald Dahl (no en su versión de autor de cuentos infantiles) en versión cinematográfica. Y es que el director coreano tiene una virtud única para crear ambientes siniestros.

La cinta nos lleva hasta la Corea ocupada por Japón. Una joven, Sookee, es contratada como criada de una rica mujer japonesa, Hideko, que vive recluida en una gran mansión bajo la influencia de un tirano. Sookee guarda un secreto, y con la ayuda de un estafador que se hace pasar por un conde japonés, planea algo para Hideko.

Dividida en tres partes, cada capa narrativa se revela como el contraplano de la anterior, de manera que, se establece un juego de espejos y engaños que explican los movimientos de los cuatro personajes principales. Una película perversa, con escenas de sexo lésbico que hacen que ‘La vida de Adelé’ parezca un juego de niños, barroca, intrincada y con un humor deliciosamente tétrico. 

‘Cuando tienes 17 años’

Sutil y explosiva. La cinta del veterano cineasta galo, es una oda al caos de la juventud. Dos familias opuestas, dos futuros opuestos, y dos jóvenes opuestos que se odian, que se quieren, y que descubren el sexo quemando los cartuchos de la adolescencia.

Si Techiné ya demostró ser un gran cirujano del alma adolescente en ‘Los juncos salvajes’ (1994), la coguionista de ‘Cuando tienes 17 años’, Celinne Sciamma, también ha mostrado sus virtudes para mostrar la fragilidad juvenil en las notables ‘Tomboy’ (2013) y ‘Girlhood’ (2014).

Quizá imbuido en exceso por la volatilidad de la adolescencia, Téchiné resuelve el acertijo dejando más incógnitas que resultados. Quizá es que el descubrimiento del amor en cualquier momento de nuestra vida sea así: casual, mágico e inesperado. Como el dice el poema de Rimbaud: ”Estás enamorado: Tus sonetos le hacen reír”.

‘El verano de Sangaile’

Sangaile y Austé son dos personajes tan antagónicos que cuando se encuentran terminan completándose. Sangaile tiene tendencias suicidas, se encuentra encerrada en sí misma en su gravedad y sus tormentos como si se tomará la vida demasiado en serio, Austé se dedica a escupir al futuro, posee un espíritu indómito y contagioso que consigue iluminar todo lo que toca. Juntas, se dedican a pintar sus vidas con románticos versos.

Si fuese una obra literaria diríamos que ‘El verano de Sangaile’ sigue la teoría del iceberg. En efecto, Alanté Kavaïté sólo nos muestra destellos del background de los personajes para dejar que el espectador complete los espacios vacíos. Sin embargo, el resultado final es confuso, como si la historia no supiera si lanzarse al terreno de lo sencillo o de lo barroco.

‘El verano de Sangaile’ tiene cierto complejo de Sindrome de Stendhal y cada fotograma de la película desprende una exhuberancia estética tan sensual como sensible. Como si fuese un lienzo de Edward Hopper, la melancolía se puede tocar a lo largo de la película. Una melancolía que traspasa las fronteras personales para instalarse en el corazón del espectador. 

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