‘El verano de Sangaile’: La efímera magia del amor adolescente

FICHA TÉCNICA

Título original: Sangaile

Duración: 88 minutos

Nacionalidad: Lituana

Dirección: Alanté Kavaïté

Guión: Alanté Kavaïté

Fotografía: Dominique Colin

Música: Jean-Benoît Dunckel

Reparto: Julija Steponaityte, Aiste Dirziute, Nele Savicenko, Laurynas Jurgelis, Salkauskaite Inga, Martynas Budraitis, Gaile Butvilayte, Jurate Sodyte

Calificación: 6,5 / 10

¿De qué va?

La casualidad, y la cercana celebración del Mado 2016 todo hay que decirlo, han conseguido que ‘El verano de Sangaile’ y ‘Un amor de verano‘ hayan coincidido en la cartelera de nuestro país. Dos cintas que coinciden en mostrar el despertar homosexual de las protagonistas pero que se alejan en todo lo demás.

Y es que la cinta rodada por Catherine Corsini es pura prosa cinematográfica, en la que se nos apuntan todos los detalles de esta relación iniciática y liberadora, la cinta dirigida por Alanté Kavaïté es como un poema que prefiere sugerir a mostrar.

La historia que le valió a Alanté Kavaïté el galardón a la Mejor Dirección en el pasado Festival de Sundance se suspende en esa frontera indeterminada y caótica que es la adolescencia: una etapa en la que uno no deja de aprender y a la vez se encuentra permanentemente perdido.

A sus 17 años, Sangaile (Julija Steponaityte), siente una hipnótica fascinación por los aviones acrobáticos. Una pasión frustrada puesto que debido a su miedo a las alturas, nunca se ha atrevido a entrar siquiera en una cabina.

En un espectáculo aeronáutico de verano cerca de la casa del lago de sus padres, una azafata se acerca a ella. Un encuentro casual que cambiará su verano y sus vidas. Al contrario que ella, Austé (Aiste Dirziute) se encarga de saltar de dos en dos los escalones de la vida disfrutando del atrevimiento y la creatividad de la adolescencia. Así, Sangaile terminará enamorándose de la única persona que la anima a volar.

La frontera interior

Sangaile y Austé son dos personajes tan antagónicos que cuando se encuentran terminan completándose. Sangaile tiene tendencias suicidas, se encuentra encerrada en sí misma en su gravedad y sus tormentos como si se tomará la vida demasiado en serio, Austé se dedica a escupir al futuro, posee un espíritu indómito y contagioso que consigue iluminar todo lo que toca. Juntas, se dedican a pintar sus vidas con románticos versos.

Si fuese una obra literaria diríamos que ‘El verano de Sangaile’ sigue la teoría del iceberg. En efecto, Alanté Kavaïté sólo nos muestra destellos del background de los personajes para dejar que el espectador complete los espacios vacíos. Sin embargo, el resultado final es confuso, como si la historia no supiera si lanzarse al terreno de lo sencillo o de lo barroco.

Los momentos más sobresalientes de la cinta orbitan sobre la relación que establecen Sangaile y Austé. Una pasión caustica, vivida como sólo se puede vivir desde la adolescencia: es decir, como una turbulenta montaña rusa de impulsos y emociones.

‘El verano de Sangaile’ tiene cierto complejo de Sindrome de Stendhal y cada fotograma de la película desprende una exhuberancia estética tan sensual como sensible. Como si fuese un lienzo de Edward Hopper, la melancolía se puede tocar a lo largo de la película. Una melancolía que traspasa las fronteras personales para instalarse en el corazón del espectador. 

Una historia mínima que encierra una lección existencial: para vivir hay que aprender a volar.

Vídeo: ‘El verano de Sangaile’ – Tráiler

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