Condenan a tres años de cárcel a los autores de una agresión homófoba en Gijón
La deleznable agresión que cometieron los dos jóvenes que propinaron una paliza a otro por su orientación sexual hace más de tres años por fin se ha juzgado. Y aunque la justicia ha tardado mucho tiempo en llegar lo ha hecho de un modo ejemplificante.
La sentencia del magistrado titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Gijón, Lino Rubio Mayo, condena a ambos jóvenes por un delito de lesiones con la agravante de número 4 del artículo 22 del Código Penal, ”cometer el delito por razón de la orientación sexual del agredido”.
Ambos jóvenes deberán pagar a la víctima una indemnización de 18.565 euros y otra al Servicio de Salud del Principado de Asturias de 4.827 euros por los gastos sanitarios.
Durante la celebración del juicio, los agresores intentaron justificar su actuación con unos argumentos que han sido rechazados por el magistrado.
Los condenados trataron de darle la vuelta a la cuestión poniéndose la etiqueta de víctimas, sin embago, el juez ha indicado que ha quedado probado que la agresión se cometió ‘sin existir ningún incidente previo, ni provocación alguna por el agredido, la consecuencia lógica que se infiere es que la agresión vino motivada por su previa manifestación de ser homosexual’.
La brutal agresión fue grabada por las cámaras de seguridad del local y terminó con la mandíbula del agredido rota. De este moso, la víctima tuvo que ser sometido a una intervención quirúrgica como consecuencia de los golpes y tardó más de cien días en curar, ocho de los cuáles tuvo que permanecer ingresado en el Hospital de Cabueñes.
El agredido todavía vive con las secuelas físicas que le dejó la agresión: le cuesta masticar con normalidad, debe extremar el cuidado al bostezar y le ha quedado una cierta asimetría facial, con el consecuente perjuicio estético. Las secuelas psicológicas son aún mayores.
La sentencia ha sido aplaudida por diferentes asociaciones puesto que se trata de una de las primeras condenas en las que los tribunales asturianos reconocen la homofobia como agravante.