Homofobia entre gays: lo peor del mundo. ¡Debemos apoyarnos!

A lo largo de la historia los homosexuales han sido señalados, discriminados, criticados, etiquetados, e incluso, asesinados por individuos “heterosexuales”, que, ya sea, por sus creencias religiosas, complejos, educación, perjuicios o simplemente miedo a lo que no entienden. La homofobia es una de las principales causas de crímenes de odio en el mundo.

En el pasado ser gay no era una opción y la mayoría vivía en el clóset con una doble vida; de hecho casi nadie llevaba una vida abiertamente gay. Tuvieron que pasar décadas para que las cosas cambiaran. Fueron bastantes los que lucharon para que ahora el colectivo LGBT tenga los mismos derechos que los demás.

En la actualidad la sociedad se ha vuelto un poco más “tolerante” al tema. En varios países, incluyendo México, el matrimonio y adopción ya son legales, incluso se puede ver a parejas del mismo sexo de la mano en lugares públicos. Algunos famosos han compartido con el mundo acerca de sus preferencias.

En las escuelas (menos en las religiosas) ya no se trata como un tema tabú. La ciencia ha comprobado que no es una enfermedad, bueno, hasta el Papa Francisco ha tocado el asunto con un poco más de sentido común que sus predecesores, pero el gay sigue teniendo un enemigo aún más grande… y se  trata de los propios gays.

Sigue habiendo muestras de discriminación y homofobia, pero no solo de los heteros, sino que de algunos homosexuales. En este caso los más atacados son los afeminados, travestis, transexuales, pasados de peso, súper flacos o de bajos recursos.

Todos tenemos los mismos derechos, a la libertad de expresión, a decidir que pensar o hacer con nuestras vidas (al menos en nuestro país) pero hasta qué punto es correcto que por querer hacerlos valer critiques, ataques o repudies a los que tú consideras, distintos, aberrantes o desagradables.

Y bien, aquí la pregunta sería ¿porque sucede esto? Tal vez por cuestiones raciales, culturales ,enojo, desquite, rollos religiosos, miedo al rechazo, miedo a la burla, miedo a la opinión pública, conveniencia, perjuicios, ojo por ojo, por ese afán, casi enfermizo, de aceptación o pertenecer, etc, etc.

Vivimos en un mundo que juzga por apariencias y suele estereotipar y generalizar. El ámbito gay no es la excepción y algunos hacen con otros exactamente lo que no quieren que hagan con ellos. Piden respeto cuando se lo faltan a otros. Piden tolerancia y son los más intolerantes. Piden no ser etiquetados pero ellos  si lo hacen. Piden que no los discriminen cuando rechazan a “los otros”. Piden ser tratados cómo alguien “normal” pero tratan como diferentes a sus semejantes.

Todos, en algún momento, nos hemos burlado o usado ciertas palabras (puto, jota, pasiva, vestida, gorda, fea, peluquera, etc.) en tono de broma con nuestros amigos o allegados, pero también las hemos usado con tono despectivo o de insultos.

Es verdad que en casi todos los grupos pasa esto (políticos, nacionales, laborales, religiosos, de género, etc.), pero ¿no se supone que en los, así llamados, grupos minoritarios o más atacados, debería haber más apoyo y unión que en cualquier otro? Pues al parecer no es así.

Por supuesto no se trata de generalizar o satanizar a nadie, sino de hacer un poco de consciencia, pues si entre gays nos discriminamos ¿Por qué esperamos ser tratados con respeto o como iguales por los demás? Para conseguirlo, deberíamos de empezar por nosotros mismos.

¡Digamos no a la homofobia!

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